Al menos una vez en la vida deberíamos pasar por experiencias
tan duras como la enfermedad y la muerte, para saber mejor y de primera mano cómo
los demás son capaces de enfrentarse a ellas.
No dejo de preguntarme cómo no fui capaz de darme cuenta, de no
saber separar la multitud de quejas cotidianas de la real. Por qué no supe
verla? Si la conozco desde siempre…
Debutó con un cuadro de extrema gravedad. Las horas pasaban
lentas en la penumbra de la sala de observación a la espera de las últimas
pruebas realizadas para confirmar lo que en un principio sólo era una
temblorosa sospecha.
Un médico joven vino a buscarme; tras contarle a ella una
milonga, se volvió hacia mi mientras caminaba deprisa y llevándome del brazo,
casi en volandas, hacia el ordenador, me repetía por lo bajo: “está muy mal,
pero que muy mal”. Al tiempo que a mí me empezaban a temblar las piernas, iba enseñándome
las imágenes de la prueba mientras repetía: “mira, mira estas son las metas
hepáticas… un montón, mira, mira ésta que grande! Desde luego el pronóstico es
fatal, pero hemos de operar el abdomen agudo, si no… se muere ya!”. Empecé a
dudar si aquello era un sueño y si tenía alguna relación conmigo y con mi
hermana.
Entre otras caras vi la suya a lo lejos y una pena inmensa se desbordó
desde su cama hasta donde yo estaba. No podía dejar de mirarla, sola, perdida, arrinconada
por la vida. Mi hermana, mía.
No lloré enseguida. Caminé deprisa hacia afuera, hacia donde
pudiera respirar; necesitaba aire y espacio, un lugar donde poder sentir el
agudo dolor que nacía ahí al fondo y destrozaba todo lo que encontraba a su
paso mientras salía al exterior por mi piel, por mi boca, por mis ojos.
A partir de allí algo terminó y empezó otra historia.
Es muy, muy duro decirlo pero a veces pienso (no sé ni cómo
soy capaz de pensarlo) que despreció tanto la vida, que la vida se cansó de
ella.
6 comentarios:
Querida Violeta: hoy más que nunca dejas en palabras un sentimiento que arranca trocitos del corazón, no se que puedo decirte que alivie ese dolor tan grande...
Te dejo un abrazo cálido
me gusta lo que dices al principio cuidado con los miedos que pueden robar los sueños.
Querida Violeta: Intento aproximarme a tu dolor aunque sé que me quedo lejos por más que yo no quiera que sea así. Deja que fluya el dolor en el cauce de tu corazón y consuela tu alma con todos los cuidados que puedas darle. Tienes recursos suficientes, aunque a veces te parezca que no, para afrontar este camino tan duro al que no puedes volver la mirada. Pero cuando te sientas desfallecer acuérdate que también cuentas con nuestras oraciones y con nuestros besos y abrazos para ayudarte en esta travesía tan difícil. Ahora , más que nunca, sé tú misma. Mil besos
AMIGA... hoy más que nunca AMIGA en mayúsculas. Sabes que aunque te sientas agotada, eres una mujer fuerte y sabia. No estás sola, si te sientes desfallecer nos tienes al lado y no dejaremos que te caigas...aunque ahora mismo estemos lejos en la distancia, sabes que hoy más que nunca estoy ahí al lado.
Un abrazo... pero espero dártelo en persona en unos días.
No tengo palabras, no sé qué decir. Solo aparezco para dejar mi abrazo fuerte con mucho cariño.
Gracias a tooodos.
No sabéis bien hasta qué punto es un lujo poder contar con vosotros. Conforta y ayuda.
Besos milyuno.
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