En un día de invierno dos niños pequeños juegan con la nieve: se lanzan bolas, se divierten lanzándose en trineo y construyen un enorme muñeco de nieve. Al día siguiente sale el sol y el enorme muñeco comienza a derretirse. Uno de los niños, el más pequeño y que era la primera vez que veía la nieve miró con mucha preocupación a su madre y le preguntó...
"Mamá, me voy a derretir?".
Con sus tres añitos, era la primera vez que se enfrentaba a la impermanencia y a la pérdida. Esa noche fue a la cama de su madre... asustado, necesitaba la seguridad que ni él ni su madre fueran a derretirse.
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