En casa de Adela hay un belén y un árbol decorado con bolas,
espumillón y luces de colores… "Todas las Navidades ponemos un gran belén. El de
este año es más pequeño porque si no la silla no pasa”.
Adela tiene 57 años, un
marido, un hijo… “mucho vivido y… creía que mucho por vivir”. Diagnosticada e
intervenida de un tumor cerebral en mayo pasado, cuando despertó de la
anestesia sintió una gran alegría, “estoy viva!!”. El mazazo llegó después, el
tumor seguía progresando y una hemiplejia se instaló en el lado izquierdo de su
cuerpo, dejándolo paralizado por completo y recordándole cada día que “el
intruso” que conviviría con ella a partir de entonces iba a condicionar, y de
qué manera!, su futuro. Cambio de planes, cortitos y oscuros.
La sonrisa se pasea por su rostro mientras nos cuenta lo que
le gustaba hacer antes… coser, hacer arreglos en la ropa, vestirse y
maquillarse para salir a tomar algo los sábados con sus amigas, cocinar, leer, viajar,… al poco asoman las
lágrimas al hablar de lo que le ha sido arrebatado, así, de golpe,… de la
dependencia de los demás para todo, “para vivir simplemente”,… de esa losa que
cayó un día sobre ella y que no le deja pensar en nada más,… "NADA MÁS",… de lo
que han menguado sus sueños y sus proyectos, hasta llegar a ser un puntito en
el horizonte, “porque la esperanza es lo último que se pierde”.
Mientras habla, en la tele encendida al fondo y en silencio,
de repente, cantan el gordo de Navidad. Lo vemos mudos todos. Nos miramos y un
silencio se instala en la sala. Las miradas hablan y ahora dicen algo así como:
En la gramola que acompaña a la vida, con la música adecuada a cada instante
tras echar la moneda y elegir la melodía,… nos hemos equivocado de pista,… qué
baile tenemos que danzar ahora y cómo, con qué, con quién,… siguiendo a qué pareja… o bailo sola… qué pasos son los apropiados,... hacia donde,… sin qué, sin quién,… y
sobretodo: por qué?
2 comentarios:
¿Por qué? es un lamento que sale del alma y no sé si hay razón alguna... pero lo vivido hasta esa pregunta mereció la pena, al menos intentemos quedarnos con las poquitas (grandes cosas) que todavía tenemos. Aprender a depender es un proceso largo pero un día te das cuenta que a la meta llega igual la liebre que la tortuga. Mis mejores deseos para esa luchadora.
Querida amiga, es un regalo felicitarte nuevamente otra navidad y espero que la vida te regale con creces la empatía y el cariño que nos das.
Un abrazo grande, muy grande
Tú si que eres un regalo Alondra, un gran regalo!! Los mejores y más hermosos deseos para ti, ahora y siempre.
Un beso que nos dure todo el tiempo que nos queda por vivir.
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