Hoy voy a compartir un pequeño-gran tesoro. Llegó hasta mis manos el otro día y pensé que cosas como esta hay que compartirlas. Así que me puse en contacto con su autora (estas cosas hay que hacerlas bien) y a través de un mensaje y escrito con mayúsculas me dijo que "TIENES MI PERMISO".
MIL GRACIAS Montserrat Villanueva!!. (Por cierto es ENFERMERA)
Vida, sobre todo VIDA se aprende, se comparte y se cuida en paliativos.
Por causalidades de la life comencé mi carrera profesional en una planta de hemato-oncología infantil. A las dos semanas de trabajar allí, fallecía uno de mis nanos de Onco. Entonces las enfermeras aún amortajábamos. Ya entonces sentí algo que sentiría muchas veces más... Podemos cuidar hasta "el último aliento". Y eso es un privilegio. Aprendí también sin saber muy bien por qué, lo fácil que me resultaba estar ahí. En los finales. Y sentir la vida con toda su intensidad. En seguida emergió en mi la curiosidad. La necesidad de poner el máximo esfuerzo cuando aparentemente "ya no queda nada por hacer". Y sí, aparentemente porque lo real es que podemos hacer muchísimo!! También surge la certeza de que como profesionales tenemos una prioridad más allá de curar: Evitar el sufrimiento.
Paliar es darle cauce a la vida que se escapa sintiendo que es tal y como la persona que cuidas lo desea. Hay una belleza intrínseca que surge de una aproximación necesaria. Conoces a tu paciente, ya no a su enfermedad, a lo que lo mata. Conoces su vida, su forma de sentir, y el trabajo se convierte en conservar su dignidad, en saber cómo esa persona quiere irse. No tenemos que entenderlo, ni aprobarlo, simplemente conocer la belleza de lo que significa para él. A veces incluso casi cumplimos deseos. Es un trabajo espectacularmente hermoso, este, el de los finales. Porque la vida frágil es más humana. Y porque tenemos la oportunidad de estar en un dolor ajeno y abrazarlo.
Incluso en los servicios no especializados pero donde las condiciones implican finales como ahora con los abus, ya hacemos cuidados paliativos. Cuando un Abu entra en cuidados paliativos, cambiamos el chip. Y uno trabaja por finales suaves. Porque la vida debe irse así... En la suavidad de un abrazo largo.
No, no somos de piedra, of course. Todo final nos deja una huella. Y si, sin duda en cuidados paliativos reímos, reímos mucho, reímos con ellos porque la risa que ya no cura también libera. Lo que guardo después de muchos finales vividos, no me pone triste. Lo que aprendes a sentir es la maravilla de una vida que ha sucedido. Y lo que más palpamos creedme, es todo vida.Ese respeto que surge por cada forma de despedirse, a lo que agarrarse... nos coloca en la posibilidad de cuidar mejor que nunca.Qué recibes?? La certeza una y otra vez de que debemos sentir y confiar lo que sentimos cada uno de nuestros días.
La necesidad de los cuidados paliativos es cada vez mayor. Necesitamos entender no sólo su importancia sino desposeerlos de sus connotaciones agónicas.
Si algo impiden los cuidados paliativos es la agonía.
Si algo pretenden es la suavidad. La suavidad del fin de una vida.
4 comentarios:
Precioso ojalá y los profesionales no olvidáramos esto nunca.
Un saludo
Mil gracias Marisa!! Por tanta belleza en un trabajo intensamente necesario!! Un abrazo enorme!!!
Gracias Loli por tu comentario.
Y Montserrat (autora del post de hoy), mil gracias de nuevo por permitirme compartirlo.
Que gran verdad!! Precioso. Gracias a las dos por compartirlo.
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