Mercedes cierra los ojos cuando entramos en su casa. El sufrimiento se refleja en su gesto, en sus manos, en su postura,… en ella entera.
A sus 52 años, y desde hace 2, un tumor cerebral se ha hecho
fuerte en su interior. Un intruso la ha conquistado y a cañonazos ha destruido
sus sueños y sus opciones de futuro. Ya está casi aniquilada. “Ayudadme, por favor,…
sacarme de esta mierda en la que me he metido”.
Y mientras estamos con ella, casi en ella, me viene a la cabeza una canción
de Antonio Vega.
Donde nos llevó la imaginación,
donde con los ojos cerrados
se divisan infinitos campos.
Donde se creó la primera luz
germinó la semilla de cielo azul,
volveré a ese lugar donde nací.
De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo.
De nieve, huracán y abismos
el sitio de mi recreo.
Viento que en su murmullo parece
hablar
mueve el mundo con gracia le ves
bailar
y con él, el escenario de mi hogar.
Mar, bandeja de plata, mar infernal
es un temperamento natural.
Poco o nada cuesta ser uno más.
Silencio, brisa y cordura
dan aliento a mi locura.
Hay nieve, hay fuego, hay deseo
ahí donde me recreo.