Hay un elefante en la habitación.
Es enorme, por lo que es muy difícil rodearlo.
Igual lo hacemos con cada “¿Todo bien?”, “Sí, todo bien”, y las otras miles de formas de conversaciones triviales: del tiempo, de la escuela.
Hablamos de cualquier otra cosa, excepto del elefante.
Hay un elefante en la habitación.
Todos sabemos que está allí.
Y todos pensamos en él cuando hablamos de cualquiera de esas otras cosas.
Está permanentemente en nuestra cabeza. Y, sabemos, es demasiado grande. Pero no hablamos del elefante que hay en nuestra habitación.
Por favor, hablemos del elefante en mi habitación.
Si hablamos del hecho de que puedo llegar a morir, quizás podríamos también hablar de cómo estoy viviendo.
¿Podríamos hablar del elefante sin que mires para otro lado?
Si no podemos hacerlo,... me estás dejando solo. En una habitación. Con un elefante.
3 comentarios:
Siempre centras la atención en lo esencial. Eres admirable. Gracias por llamar la atención sobre los riesgos de no afrontar los problemas del paciente. Claro que hasta que no hayamos resuelto los nuestros propios, no podremos ayudar a nadie. Besazo
Es cierto. Es difícil fijarnos en el elefante del otro si tenemos nuestra habitación a rebosar... Y que complicado es a veces nombrar los nuestros!!
Sin ir más lejos, yo tengo que dar la vuelta para no tropezarme con un elefante que se me ha colado,... y cómo me cuesta mirarle a los ojos.
Besotes
Muy bueno. Me ha encantado.
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