"Encontré este poema, fotocopiado en una de las
paredes del pasillo de una residencia de ancianos", Dra. Sánchez Sousa.
Mi Madre
Allí, en tu memoria, quedaron anclados
la luz y la gloria, los campos, los prados.
El sueño despierto de la noche fría,
el sollozo
triste de la luz del día.
Allí, en tu memoria, querrás reservarme
un pequeño espacio, donde cobijarme.
Tomarás mi mano, sentiré el abrazo,
la fuerza
que siempre me dieron tus brazos.
Allí, en tu memoria, nuestra infancia queda
como una semilla que flores te diera.
Tú fuiste el soporte, tú fuiste la cuna,
tu amor
sigue siendo el sol y la luna.
Allí, en tu memoria, lo desconocido
hará que tus venas no tengan latido.
Llevarás el miedo prendido en el alma,
tan sólo mis
besos te darán la calma.
Allí, en tu memoria, no existen relojes,
verano e invierno se fueron veloces.
Osadía grande la de la cordura,
planeando
siempre sobre la locura.
Allí, en tu memoria, quedaron mis besos,
mi risa, mi llanto, mi almacén de cuentos.
Mi amor incansable a tus verdes ojos,
libres de
amarguras, de penas y enojos.
Allí, en tu memoria, ¿cómo yo podría?
llenar tus silencios de inmensa alegría.
Romper la cadena que a veces tortura,
borrar de
tus horas lo que hay de amargura.
Allí, en tu memoria, si el hoy se hace hielo,
vestirán cipreses negros terciopelos.
Llenarás espacios con tu gran sonrisa.
Serás la más
bella, sin sombras, sin prisa.
Grabadas a fuego, escribiendo historia,
están mis raíces... ¡Allí... en tu memoria!
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