Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

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jueves, 17 de marzo de 2016

Una palabra que empieza por C...



No es que el libro de Philip Roth hable sobre el tema de este blog, pero este fragmento describe magistralmente esa dificultad en nombrar determinadas palabras, ese diagnóstico que va más allá de los libros de medicina, ese diagnóstico que como ya decía Albert Jovell, "cuesta pronunciar su nombre, se suelen emplear otras palabras y es como si fueran muchas enfermedades en lugar de una que, por cierto, se llama cáncer."



Sí, tengo que ceder, no me queda más remedio, sobre todo porque me consta lo que mi padre ha tenido que pasar, cómo ha sufrido, uno por uno, las decenas de miles de minutos que tardaron los médicos en llegar a la conclusión, primero, de que había algo creciendo en el útero de mi madre, y, segundo, de que ese tumor que por fin habían localizado era maligno...es decir: que lo que tenía mi madre era...¡Sí, esa palabra que no podemos pronunciar el uno en presencia del otro! ¡La palabra que si siquiera podemos escribir en toda su integridad! La palabra a la que aludimos mediante una abreviatura eufemística que ella misma nos facilitó antes de que la hospitalizaran para las pruebas:  C-A.  La n, la c, la e, la r, no necesitamos oírlas para que el susto nos dure hasta las trompetas de juicio final. ¡Qué valiente hay que ser, afirman todos nuestros familiares, sólo para articular esas dos letras! Y ¿ no hay suficientes palabras completas que susurrarse uno a otro a puerta cerrada?  ¡Las hay! ¡Claro que las hay! Palabritas feas y heladoras , que apestan a éter y alcohol, como los pasillos de hospital, palabras con todo el atractivo de  un instrumento quirúrgico recién esterilizado, palabras como "frotis" y "biopsia"..." Y luego están las palabras que yo, a escondidas, a solas en casa, buscaba en el diccionario, sólo para verlas impresas, como irrefutable evidencia de la más remota de todas las realidades, palabras como "vulva" y "vagina" y "cérvix", palabras cuyas definiciones nunca más volverán a inspirarme placeres ilícitos... Y luego está esa palabra que durante largo tiempo esperamos oír, la palabra cuyo sonido devolverá a nuestra familia lo que ahora se nos antoja la más maravillosa y satisfactoria de las existencias: ¡benigno!.


Del libro "El mal de Portnoy" de Philip Roth 

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