Últimamente me pregunto si uno está fuera de la realidad por convicción
o por vocación, o es la realidad la que lo despacha a uno.
Siento que la mayoría de las cosas no me pertenecen ni me
interesan, que el presente es otra cosa que debe estar un poco escondida porque
la mayoría de la gente no lo comparte. Admiro la fuerza de los pequeños gestos,
la inmensidad de algunos momentos, el amor del instante. La verdad que está
oculta entre la maraña, el hilo que te conduce a ella y el lujo de ser capaz de
vivir ese soplo de aire fresco y auténtica realidad, en medio del caos en el que
estamos inmersos y del que no me siento parte.
Este sentimiento no me produce tristeza, sino estupor y sorpresa,
me aísla y me concentra a la vez que me dispersa de lo y de los demás. Tampoco es
una sensación nueva, pero si más intensa y que quiero aprovechar.
Me muevo cada día entre el fino filo que separa la vida y la
muerte. Acompaño en el transcender, me arrimo al anochecer y escucho lo finito,
lo que ya ha sido, lo que es, lo que no es y lo que nunca será. Conozco lo que es
final y todo lo que arrastra, sé que la vida pende de un suave hilo de seda que
oscila según el viento, y que nos vamos con lo puesto, con lo vivido, con lo
hecho. No me asusta (o eso quiero creer), no pienso en el tiempo, ni en que un día se acabará, pero
si en disfrutar los demás días. Casi siempre lo he hecho, pero ahora siento
prisa, tengo más ganas y más convicción. No sé exactamente lo que quiero,
aunque tengo una idea, pero tengo muy diáfano lo que no quiero en mi vida.
Pensar esto me da tranquilidad y sosiego. Además, no me siento
sola, hay unos cuantos duendes en el bosque, me los encuentro sin querer, cuando
el silencio acalla el ruido y uno ha aprendido a escuchar. Apenas se oye el
murmullo, se mueven entre las hojas caídas y el sol.
Solo quería compartir esto.
3 comentarios:
¿Será que existen los duendes? hacía tanto tiempo que no abría esta ventana y encuentro que me has leído el pensamiento... Sabes, perdí la cuenta de las veces que puse la felicidad de los demás por encima de la mía. A veces, creo que debí ser un poco egoista pero si no pones ilusión y luchas, perdemos la oportunidad de volver encontrar flores en el camino.
Ha sido balsámico volver a este lugar, las carreteras secundarias están llenas de vida, paisajes nuevos después de cada curva, muchas historias a ambos lados, y vosotros recorriendo el asfalto siempre con una sonrisa aunque el corazón llore.
Un abrazo afectuoso
Si Alondra, seguro que los duendes existen, no te quepa duda. Creo que la felicidad es una actitud ante la vida, nada más y nada menos, y tú lo sabes. Hemos vivido muchas cosas, pero lo realmente importante a veces se nos escapa y hay que cerrar las manos y acariciarlo suave e intensamente, que penetre, es nuestro... y lo podemos compartir para hacerlo más grande. Un besogrande
Es muy muy....muy. caricia en las manos. Eres fuerte, viva, valiente. Eres muy muy....muy.
Publicar un comentario