Hace unos días mi compañera dejó un video sobre una conferencia que dio Randy Pausch, su "última lección". Este profesor de ciencias informáticas, diagnosticado de un cáncer de páncreas y con un pronóstico de vida corto, además, publicó un libro. Y la introducción del mismo viene a decir esto.
“Tengo un problema de ingeniería.
Si bien en general me encuentro en un estado de forma estupendo, tengo diez tumores en el hígado y solo me quedan unos meses de vida.
Soy padre de tres niños pequeños y estoy casado con la mujer de mis sueños. Aunque me resultaría fácil compadecerme de mí mismo, no les haría ningún bien, ni a ellos ni a mí.
De modo que, a qué dedico el poco tiempo que me queda?
“Tengo un problema de ingeniería.
Si bien en general me encuentro en un estado de forma estupendo, tengo diez tumores en el hígado y solo me quedan unos meses de vida.
Soy padre de tres niños pequeños y estoy casado con la mujer de mis sueños. Aunque me resultaría fácil compadecerme de mí mismo, no les haría ningún bien, ni a ellos ni a mí.
De modo que, a qué dedico el poco tiempo que me queda?
La parte evidente es la que consiste en estar con la familia y cuidar de ella. Ahora que todavía puedo, disfruto de cada momento que paso con ellos y me encargo de los detalles logísticos necesarios para allanarles el camino para una vida sin mi.
La parte menos evidente es cómo enseñarles a mis hijos lo que les hubiera debido enseñar a lo largo de los próximos veinte años. Son demasiado pequeños para estas conversaciones. Todos los padres quieren enseñarles a los hijos la diferencia entre el bien y el mal, lo que es importante de verdad y cómo enfrentarse a los retos que les planteará la vida. También queremos que conozcan anécdotas de nuestras vidas, a menudo para mostrarles cómo vivir las suyas propias.
Mis deseos en ese sentido me impulsaron a dar una “última lección” en la Carnegie Mellon University.
Estas lecciones siempre se graban en vídeo. El día que di la mía tenía claro lo que hacía. Con la excusa de una charla académica, intentaba meterme en una botella que algún día la marea dejaría en la playa para mis hijos. De haber sido pintor les habría dejado una pintura. De haber sido compositor, habría compuesto música. Pero soy profesor, así que di una clase.
Hablé de la alegría de vivir, de cuánto valoraba la vida incluso a pesar de que me quedara tan poca. Hablé sobre la honradez, la integridad, la gratitud y otras cosas que aprecio. Y me esforcé muchísimo en no resultar aburrido.
Para mí este libro significa un modo de continuar lo que empecé sobre aquel escenario.
Desde el principio supe que nada de todo esto puede reemplazar a un padre vivo. Pero la ingenieria no trata de soluciones perfectas, sino de hacerlo lo mejor posible con recursos limitados. Tanto la charla como el libro representan mi intención de conseguir exactamente eso.”
2 comentarios:
Me encanta el lenguaje técnico que usa para su "problema de ingeniería", le quita hierro al asunto y ofrece una visión muy realista de un problema tan grande.
Imagino que llegado el momento será más fácil o más propenso el camino de la tristeza, al fin y al cabo se acaba lo que da sentido a todo, pero personalmente, admiro a personas como este hombre que analizan su problema, ven que no hay solución, y aprovechan al máximo el tiempo que les queda.
Un 10 para ese profesor, que seguro que le quedaron muchísimas cosas por enseñar.
Gracias Violeta... ya pasarás el libro!!
Es un claro ejemplo del "vivir hasta el final", el cumplir últimas voluntades, la dignidad ante la muerte y ser parte activa en todo su proceso.
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