FRANCISCO VIVIA MUY LEJOS Y NOS ESPERABA... y cuando un paciente encamado, con dolor, con el terror anclado en las pupilas y con la muerte cercana acechando espera... la distancia pierde completamente su sentido, ningun obstáculo es lo suficientemente poderoso para impedir llegar y estar a su lado se convierte en nuestra prioridad personal más absoluta.
Una vez más....una familia asustada, humilde, con múltiples carencias, pero con una dignidad que nos estremece. "Con una pensioncita al mes nos las arreglamos para sobrevivir -dice su esposa- ...él nunca ha querido pedir ayudas públicas, es demasiado orgulloso".
Preguntar, escuchar, palpar, curar, limpiar, anotar, recetar, orientar, compartir, ayudar, besar....intentamos conjugar todos los verbos para aprovechar nuestra visita, estrujar cada minuto de tiempo para aliviar lo más posible a nuestro paciente y su familia. Cuando nos estamos yendo, Francisco semisentado en su lecho nos regala una sonrisa abierta, que aún delata su rostro de niño travieso.
Lo que aún no sabiamos, era que nos tenía reservado otro regalo más...el paisaje nevado más hermoso que he visto en mi vida...235 kilometros blancos de vuelta a casa.
"No nos mata la oscuridad, sino la indiferencia"
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