E. vive tan lejos que el día que vamos a verle no tenemos tiempo de hacer ninguna visita más.
Es un paciente diagnosticado de una neoplasia de próstata con metástasis óseas. Padece un síndrome de compresión medular con dificultad para la marcha, aunque aún puede caminar con andador y su dolor está actualmente controlado. Está casado y tiene dos hijos que, junto a las nueras y su esposa, se desviven por él. Tienen una granja de conejos, un huerto y unas colmenas en el campo. A E. le gusta dar una vuelta por el campo, ir al bar a echar la partida y bajar a la calle a charlar con los vecinos, sus familiares se encargan de llevarle y traerle en coche.
Le decimos que, aunque su enfermedad, de la que él conoce diagnóstico y situación actual, limite su vida diaria, tiene la suerte de poder contar con su familia para disfrutar de todo lo que aún puede hacer.
Él niega con la cabeza primero y, con la rabia en cada una de sus lágrimas, se enfada y dice que “nuestro discurso no le sirve!!”. “Yo quiero ir con mi tractor a ver las colmenas...y si no puedo hacerlo, prefiero morirme...Vivir así, con un andador y mis hijos ayudándome, perdiendo fuerza cada día, pensando en comprar una silla de ruedas el día de mañana, y lo que vendrá después,...ya os lo digo, prefiero morirme,...no me sirve nada de lo que me estáis diciendo.”
Llora y sigue llorando durante un buen rato. Después se calma, nos mira con recelo y con un asomo de disculpa en sus ojos, “no estoy enfadado con vosotras,...si el día que decís que vais a venir, os espero sin dejar de mirar por la ventana a ver si oigo el coche,...si me alegráis la vida cuando os veo entrar por la puerta,...si gracias a vosotras entiendo lo que me pasa y no tengo dolor,...pero entenderme a mi.”
Nos deja sin palabras. Le entendemos y casi compartimos cada una de sus palabras.
Sólo nos queda reconocer ante él lo que sentimos y decirle con toda la honestidad y la sinceridad de la que somos capaces, que seguiremos a su lado y que no le dejaremos solo.
2 comentarios:
Cuando no hay respuesta convincente, ni se puede decir lo que el/la otr@ desea oír sin mentir... ¿que mejor que un silencio comprensivo, solidario, empático?: de los de abrazando con los ojos y miradas tiernas con las manos, prodigando un simple "apretón".
Hay veces que el silencio dice más que cualquier palabra. Y hay momentos en que cualquier palabra sólo hace un ruido inútil.
Gracias por tu comentario!!!!
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