Patricia Kolesnicov, periodista del periódico Clarín, narró en un libro su experiencia tras serle diagnosticado un cáncer de mama.
"Una tarde en abril o mayo de 1999, mientras me bañaba, me toqué un bultito en la teta derecha. No pensé nada, no me asusté pero saqué turno con una ginecóloga.
"Una tarde en abril o mayo de 1999, mientras me bañaba, me toqué un bultito en la teta derecha. No pensé nada, no me asusté pero saqué turno con una ginecóloga.
Mamografía, otra mamografía. "Controlemos en seis meses", me propuso la doctora. "Operemos ahora", pedí yo, más por tomarme unos días de descanso que por pensar que mi vida corría peligro.
Mal: mi vida corría peligro. Para hacerla corta, todo terminó con quimioterapia, rayos, tratamientos alternativos con brujos de todas las tribus, terminó conmigo pelada, quemada por los rayos, lastimada, flaquísima, sometida a una dieta vegetariana de lo más sui generis, dictada por unos "médicos" paraguayos que decían traer una pócima desde Asunción y me atendían en un lugar decorado con fotos de Gandhi, un Jesús con muchos rayos y mapas de reflexología.
Mal: mi vida corría peligro. Para hacerla corta, todo terminó con quimioterapia, rayos, tratamientos alternativos con brujos de todas las tribus, terminó conmigo pelada, quemada por los rayos, lastimada, flaquísima, sometida a una dieta vegetariana de lo más sui generis, dictada por unos "médicos" paraguayos que decían traer una pócima desde Asunción y me atendían en un lugar decorado con fotos de Gandhi, un Jesús con muchos rayos y mapas de reflexología.
Hice todo: lo formal, lo informal y psicoanálisis. Tuve una bronca loca, estuve rodeada de amor, cuidada, soportada, mimada.
Y me curé.
Cuando todavía estaba en quimio, conté la experiencia en una larga nota en la revista Latido, ilustrada con mi cabeza pelada, de frente y de espaldas. Y en 2002 escribí el libro "Biografía de mi cáncer", que sacó Sudamericana.
No es un libro de autoayuda. Es un relato. No son consejos, es una experiencia, mi experiencia, sin Dios y con mucho amor humano (de mi compañera, de sus hijos, de mi familia, de mis amigos) y con la convicción de que debía pensarlo todo, mirar al cáncer de frente para que no me agarrara por la espalda, de que no iba a matar el miedo con la indiferencia y de que por una vez no tenía que rendir cuentas a nadie más que a mí misma.
El libro es, también, el recorrido por la burocracia médica, por las mil ofertas mágicas que te ofrecen por todos lados, por el trabajo de estar enfermo, por mi cinismo, por la repulsión y la atracción de los demás ante mi pelada. Y por la alegría de la recuperación. Por la celebración del primer milímetro de ceja. Por la recuperación (¡exitosa!) de los kilos. Por la negativa pragramática a aprender algo del dolor y de la enfermedad.
Me lo pidieron muchas veces, hacía rato que era difícil de encontrar. Hace poco recuperé los derechos y me pareció que por qué no, por qué no simplemente ofrecerlo y mantenerlo vivo. Eso: ahí va, para que viva."
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