Durante unos días libres, casi de prestado, disfruto de la
paz y la calma, casi rozando el olvido, que me aporta este rincón perdido entre
las montañas.
Paseando entre las hojas caídas, contenida entre piedras
verdes de musgo y flanqueada por altos árboles que se arquean rasgando puertas
hacia un mundo que se abre y despierta maravillosamente a mi paso, sigo el
rumbo que marcan mis pasos, sin pensar en otra cosa que no sea lo que me inspira
el olor, el color y las bellas formas que se despiertan solo con mirarlas.
La senda marca el camino pero la vida sigue aún más allá.
Escucho ruidos de animales y de ramas que mece el viento. Brama un ciervo a lo
lejos. Si fuera perro, para demostrar mi sensación de bienestar, cogería un
palo del suelo, correría como una loca y me revolcaría en la hierba… de pronto
me doy cuenta de que puedo hacerlo y…. lo hago!
Al instante siguiente pienso en ti, Marta. Te gustaría este lugar, aquí tú también podrías olvidar todo lo que quisieras,
querida mía.
Alma
2 comentarios:
Eres preciosa por dentro y por fuera, seguro que tuviste ese paz y tranquilidad que necesitabas. Tu compañero/a, seguramente también disfrutó de esa libertad.
Un abrazo de palabras pero con todo el afecto real.
Como tú, Alondra... "buscando certezas, me he llenado de dudas"... es la vida!!
Un beso tan grande como real.
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