Manos reveladoras
Todas las manos tienen una gota de sangre. Necesaria para el
test. Ninguna se parece aunque todas sufren las inclemencias del paso del
tiempo. Manos envejecidas, arrugadas, secas, escamosas, temblorosas. Algunas
con traumatismos cutáneos, manchadas de rojo o violeta.
Manos reveladoras y expresivas. Manos de 27 huesos, 29
articulaciones y 123 ligamentos. Manos con pulgares opuestos como los koalas.
Manos con historiales de caricias. Manos con dedos que
rozaron más rostros que móviles. Manos que acunaron, vistieron y dieron de
comer durante años, cocinaron y trabajaron durante décadas. Manos "revestidas de piel de invencible
corteza, inagotables y generosas fuentes de vida y riqueza", como
escribió Miguel Hernández.
Manos que fueron jóvenes, suaves, cremosas. Manos "más puras que las rosas",
como describió Juan Ramón Jiménez. Manos o mano "que despacio se mueve, transparente, tangible, atravesada por la
luz, hermosa, viva, casi humana en la noche", como narró Vicente
Aleixandre.
Manos con historias ensortijadas y desconocidas. Manos ajenas
que se parecen mucho a las manos queridas, aquellas manos que se fueron sin la
última caricia. Manos de personas confinadas y confundidas, atrapadas en la
violencia de un virus sin compasión que impone el tiempo de vida.
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