Antes que sus amigos,
se enteraron de su muerte las cosas,
las queridas cosas que tanto amó,
que, sorprendidas,
a su cuerpo caído se acercaron.
“¿Por qué no se ríe ya?”
a su cuerpo caído se acercaron.
“¿Por qué no se ríe ya?”
se preguntaron los bolígrafos viudos,
las dormidas librerías,
las sábanas caídas que
por última noche le arroparon.
Todo esperaba el roce de sus dedos,
todos querían volver a su mano,
porque, en su muerte, todos se morían.
Y allí quedaron los objetos quedos,
acariciando al pobre muerto humano
con los últimos besos que tenían.
Todo esperaba el roce de sus dedos,
todos querían volver a su mano,
porque, en su muerte, todos se morían.
Y allí quedaron los objetos quedos,
acariciando al pobre muerto humano
con los últimos besos que tenían.
“Testamento del pájaro solitario”
JL. Martín Descalzo
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