Martin Winckler, médico nacido en Argelia y que
ejerció la medicina general en Francia hasta dedicarse
definitivamente
a la literatura, logró el Premio Livre Inter 1998 con su segunda
novela, un auténtico éxito de ventas en Francia, éxito de
crítica
que también alcanzó el realizador Michel Deville en el Festival
de
Cine de San Sebastián de 1999 con la versión cinematográfica de
la
novela.
El protagonista de la obra, Bruno Sachs, es
un
médico rural francés. Conoceremos su forma de ser y de entender
la
medicina a través de las personas que le tratan a lo largo de su
vida:
su madre y algún familiar; sus pocos amigos; los profesores y
médicos
del Hospital donde estudió; los otros médicos de los pueblos
vecinos;
sus vecinos y, especialmente, sus pacientes: hombres y mujeres,
niños,
jóvenes y ancianos. Enfermos reales e imaginarios, vistos en la
consulta, en sus domicilios o en los comercios del pueblo.
Por las páginas del libro vemos desfilar
tanto a
nuestra conocida paciente, la señora Renard, la que consulta dos
o más
veces por semana, como a esa otra a la que no conocemos (La
consulta
frustrada). Winckler describe con igual detalle los pasos de
una
entrevista clínica o de una exploración ginecológica, el
reconocimiento físico completo o el seguimiento de la
anticoagulación
oral. Sin embargo, no estamos leyendo un manual médico sino
auténtica
literatura.
Con especial atención se dedica a
describir las
consultas y problemas de salud de niños y mujeres, pues Sachs
colabora
un día a la semana en un departamento de IVE. Esto le da pie a
reflexionar por las muy diferentes circunstancias y sentimientos
que
rodean el aborto.
La mayoría de los capítulos del libro, sin
retoque
alguno, con sus descripciones realistas y estimulantes,
constituyen un
valioso material docente para trasladar la esencia y el día a
día de
nuestro trabajo a estudiantes de medicina y residentes de
medicina de
familia.
Aunque el sistema sanitario francés sea tan
diferente al español las situaciones y servidumbres de la
medicina son
las mismas. Sin embargo, resulta curioso observar las
peculiaridades que
introduce la práctica privada en las relaciones con los
pacientes y con
los otros colegas. Las bajas laborales, los certificados médicos
para
cualquier cosa, los avisos a domicilio y las urgencias poco
justificadas, la renovación de recetas parecen sacadas de
nuestras
consultas, mientras que las concesiones para mantener y atraer
una
clientela propia pueden servirnos para ilustrar el futuro que
algunos
desean para nuestra sanidad.
Desde su época de estudiante de medicina,
Sachs es
un médico algo peculiar en el ambiente conservador y burgués que
le
rodea. Se muestra particularmente rígido, casi fundamentalista,
ante el secreto profesional o el tratamiento del dolor, al que
la
mayoría de los médicos parecemos ciegos. Siendo un médico del
tipo
"doctor todo va bien" da la mayor importancia a la
comunicación y muestra un interés real por sus pacientes. Cree
que
siempre se puede hacer algo por el paciente, aunque sea hablar y
dedicarles tiempo. Aunque muchos de sus casos parecen resolverse
"demasiado bien" también se nos muestran algunos pacientes a
los que no les gusta e, incluso, algún error sonado.
Parece difícil convertir en imágenes la
maravillosa novela de Martin Winkler. Sin
embargo, Michel Deville lo consigue. Aunque difiere un poquito de la novela, es una de las indispensables del tema de CUIDADOS PALIATIVOS.
Las confesiones del doctor sachs (1999)
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