Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

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sábado, 14 de marzo de 2020

oJaLá...



Cómo podríamos llegar a ti, Mateo? Cómo podríamos ayudarte a encontrar la paz que ahora tanto necesitas? Los silencios se hacen duros, como acantilados recibiendo la embestida de un mar embravecido y denso. La espuma se deshace antes de tocar siquiera la pared de roca que nos retira cada vez que intentamos acercarnos al sentimiento, a la emoción.

Con los ojos cerrados no quieres mirar ni hacia adentro ni hacia afuera. La enfermedad te ha descolocado. Durante los dos últimos años la duda acogió a todo el que te trató, las pruebas no eran concluyentes y anduviste por la incertidumbre confiando en que al final del pasillo la puerta se abriera a la esperanza. Y se abrió. Comenzaste un nuevo proyecto, te sentías vivo de nuevo. Toda tu vida fue una historia que parecía interminable, plasmaste en instantes todo un mundo en blanco y negro y en color. El universo por el que transitaste te empapó de emociones intensas y disparejas. Viajero infatigable, hiciste de la tierra de nadie la tuya propia.

Sin embargo, lo que antes era duda desde hace pocos meses es certeza. Hoy dices que estás bloqueado, que no sabes cómo manejar lo que vives. Que todo pensamiento que te asalta es negativo, que nada aporta, que todo resta. Que no encuentras nada… nada. Que lloras sin consuelo, que no entiendes… Que te sientes culpable… Que lo sientes por tu compañera de viaje, que no se aparta de ti ni un segundo. Que no quieres ver a nadie.

Tu mujer nos dice que eres tímido y poco sociable, que las emociones las expresas de manera magistral con imágenes, pero que quizás no has sido tan hábil a la hora de gestionarlas en tu vida diaria.  

Y es tanto el sufrimiento que transmites, que el mundo se nos queda pequeño y la habitación nos ahoga. La tristeza nos envuelve como un manto espeso… y volvemos al principio… no sabemos cómo llegar a ti. Se nos acaba el discurso, se nos acaban los silencios, se nos acaba el espacio y el coraje…

Hemos controlado tus síntomas físicos… los vómitos continuos, el dolor insistente, el insomnio que se hacía fuerte en tu almohada y no te daba tregua. Pero nos queda pendiente algo fundamental, tu sufrimiento particular, para lo cual parece que se nos agotan los recursos pero nos sobran las ganas de encontrar el resquicio. Ojalá demos con él pronto, porque el tiempo apremia.




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