Laura y Mario viven desde hace días en una burbuja. Son gente
muy sociable, tienen una mesa grande en la cocina donde a menudo se juntaban
con amigos para comer, sus hijos iban y venían y sus nietos correteaban por la
casa mientras ella cocinaba para todos.
A Mario le diagnosticaron hace unos 6 meses un
hepatocarcinoma en estadio avanzado que precisa de paracentesis evacuadoras
cada poco tiempo, para eliminar el líquido que se acumula en su abdomen y que le
produce fatiga y un gran malestar.
Hasta hace 3 semanas se lo hacían en el hospital, pero le
dijeron que no acudieran más porque era un riesgo para él. Por si esto no fuera suficiente, su esposa es
positiva a Covid-19, contagiada por su hermano con el que solía ir a desayunar
a una cafetería del barrio. Ahora él está ingresado en estado grave. Ella apenas
presenta síntomas, “sólo estoy cansada y he perdido el olfato, pero no tengo
fiebre. Me han dicho que me quede en casa con él, claro. Pero nos sentimos
abandonados…”, nos decía llorando por teléfono.
Habló con su médico de cabecera, que no suele hacer estos
procedimientos en el domicilio, y nos llamó a nosotras. Hablamos con su oncóloga
y decidimos alargar la paracentesis todo lo que se pudiera… hasta que no se
pudo más.
Así que allí fuimos, mi enfermera y yo (que estamos siempre
de acuerdo en lo importante), con toda la protección necesaria. Laura no salió
de la cocina en todo el proceso, protegida con su mascarilla ffp2. Nosotras en
el dormitorio con Mario. Durante el tiempo que estuvimos con él, porque lleva
su tiempo, hablamos de su familia, de su noviazgo, de sus padres, de su
trabajo, de su enfermedad,… en algunos momentos lloraba de risa, en otros de
desesperanza y en otros de agradecimiento.
Al irnos, Laura nos despidió temblorosa desde la nevera.
Sabemos que la enfermedad existe, que el riego nos acecha. Por
eso nos protegemos bien, seguimos todas las indicaciones que nos da el
hospital. No sé si caeremos, pero el tiempo del mientras, estaremos, nos intentaremos
sentir bien y dar lo mejor.
3 comentarios:
Vosotras, al igual que muchos profesionales de A Primaria , seguís representando lo mejor del ser humano en estas circunstancias. Protegeos , por supuesto , pero seguid cerca de los pacientes y que jamas se sientan sólos ni piensen que no se puede hacer nada. Vosotras sabeis mejor que nadie que eso no es verdad y que siempre hay algo que puede hacerse, como no dejarlos en soledad jamás. UN beso
Gracias por compartir!
Todos somos necesarios, no sólo ahora sino cada día de nuestra vida. Es una lástima que nos tengamos que ver al borde del abismo para ser conscientes y sacar lo mejor, aquello que estaba dormido en nuestro interior. Ojalá el barro en el que estamos viviendo sirva también para limpiarnos la piel de impurezas.
Querido Antonio R. me alegra saber que sigues aquí cerquita. Con tu permiso comparto tu última entrada, toda una lección de vida. Un besogrande, grande.
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