La casa es pequeña, tan pequeña que tiene cortinas en lugar de puertas. Esto les permite mantener los pocos muebles que poseen, la mayoría recogidos de la calle, y moverse sin tropezar demasiado. En ella viven varias personas, incluidos niños, que entran y salen sin parar.
I. es una mujer de raza gitana acostumbrada a lidiar con la vida, casi siempre con el viento en contra. Ha tenido que enfrentarse a situaciones realmente duras desde que, hace diez años, la abandonara su pareja con seis hijos a su cargo. Ha salido adelante con muchísimas dificultades, incluso recuerda una temporada en que cogía comida de los contenedores de basura de los supermercados. Reconoce que los trabajadores sociales del centro de salud y del hospital le han ayudado y lo siguen haciendo, “gracias a ellos hemos tirao p´alante...”
Casi todos sus hijos han coqueteado con las drogas y las “malas compañías”, algunos han pasado periodos en la cárcel y otros permanecen todavía, nos cuenta, pero confía en los más pequeños que están aprendiendo un oficio. Sin embargo no puede quitarse el miedo del cuerpo “con tanto paro y la necesidad de dinero rápido que tiene esta juventud...”
I. tiene sólo 52 años, aunque aparenta muchos más, es inteligente, rápida, suspicaz y, además,... diabética insulinodependiente, padece obesidad mórbida, está en tratamiento desde hace mucho tiempo con antidepresivos y diagnosticada de una neoplasia de pulmón que le obliga a llevar oxígeno prácticamente todo el día,...aunque no por todo ello deja de gobernar su casa y a todo el que vive o pasa por ella.
Siempre la encontramos viendo alguna novela por la tele, vuelve la cara y nos recibe con una sonrisa; se fatiga al hablarnos y a menudo tiene que parar a coger aire, le gusta hablar y suele reírse y llorar casi al mismo tiempo,...nos muestra fotos, los últimos informes médicos y las citas próximas que guarda en una bolsa de plástico junto a recibos de la luz y papeles varios. Lo ordenamos en cada visita, pero en la siguiente vuelve a estar todo mezclado.
Entre su médico de familia, la oncóloga y nosotras estamos consiguiendo que pierda un poco de peso, poco, y que la disnea le condicione un poco menos su vida (ya sale a hacer algún recado a la calle...). Es una buena persona y transmite alegría, a pesar de todo,...creo que si pudiera, en algún momento se arrancaría por bulerías.
I. es una mujer de raza gitana acostumbrada a lidiar con la vida, casi siempre con el viento en contra. Ha tenido que enfrentarse a situaciones realmente duras desde que, hace diez años, la abandonara su pareja con seis hijos a su cargo. Ha salido adelante con muchísimas dificultades, incluso recuerda una temporada en que cogía comida de los contenedores de basura de los supermercados. Reconoce que los trabajadores sociales del centro de salud y del hospital le han ayudado y lo siguen haciendo, “gracias a ellos hemos tirao p´alante...”
Casi todos sus hijos han coqueteado con las drogas y las “malas compañías”, algunos han pasado periodos en la cárcel y otros permanecen todavía, nos cuenta, pero confía en los más pequeños que están aprendiendo un oficio. Sin embargo no puede quitarse el miedo del cuerpo “con tanto paro y la necesidad de dinero rápido que tiene esta juventud...”
I. tiene sólo 52 años, aunque aparenta muchos más, es inteligente, rápida, suspicaz y, además,... diabética insulinodependiente, padece obesidad mórbida, está en tratamiento desde hace mucho tiempo con antidepresivos y diagnosticada de una neoplasia de pulmón que le obliga a llevar oxígeno prácticamente todo el día,...aunque no por todo ello deja de gobernar su casa y a todo el que vive o pasa por ella.
Siempre la encontramos viendo alguna novela por la tele, vuelve la cara y nos recibe con una sonrisa; se fatiga al hablarnos y a menudo tiene que parar a coger aire, le gusta hablar y suele reírse y llorar casi al mismo tiempo,...nos muestra fotos, los últimos informes médicos y las citas próximas que guarda en una bolsa de plástico junto a recibos de la luz y papeles varios. Lo ordenamos en cada visita, pero en la siguiente vuelve a estar todo mezclado.
Entre su médico de familia, la oncóloga y nosotras estamos consiguiendo que pierda un poco de peso, poco, y que la disnea le condicione un poco menos su vida (ya sale a hacer algún recado a la calle...). Es una buena persona y transmite alegría, a pesar de todo,...creo que si pudiera, en algún momento se arrancaría por bulerías.
4 comentarios:
Valoro tanto el trabajo que hacen ustedes.
El mundo está lleno de I. que dependen tanto de ustedes.
Que el Cielo las siga bendiciendo con entendimiento y amor.
Un abrazote amiga
Leyéndote me averguenza decirte que ya tengo computadora
Hola Cassiopeia!
Este trabajo tiene la grandeza de las cosas pequeñas, de las que suelen pasar desapercibidas mientras se vive, pero que se hacen grandes y fundamentales cuando se acerca el final de la vida.
Es una pena que lo mejor se nos cuele por los rincones mientras vivimos ajetreadamente.
Otro abrazote.
Mientras haya personas como vosotras, la humanidad tiene futuro. Es una delicia para el alma saber que trabajais ahí, en los límites de la resistencia , donde todo es más difícil......pero también más bellas las sonrisas que conseguís arrancar a la muerte para ofrecérselas a los que sufren y a los que tenemos la suerte de leeros y conocer vuestras experiencias. Besazo
Olééé! Gracias Antonio.
Me has dejado sin palabras..."arrancar sonrisas a la muerte", es una bella forma de expresarlo.
Más besos...y no dejes de tener la valentía de decir a los cuatro vientos, en tu blog, cómo son en realidad las cosas, esas que nos intentan vender disfrazadas de colorines. Me encanta.
Publicar un comentario